13/02/2020
MEDITACIÓN PARA EL DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO

El Señor está junto a mí. La enseñanza del libro del Eclesiástico deja bien claro que el mal no procede de Dios, sino que tiene su causa en la libertad del hombre únicamente. Dios no quiere jamás el mal. Si éste se da, lo castiga. Ante el hombre siempre está la posibilidad de la vida o la muerte (pecado). El hombre, si quiere, puede optar por la primera, pero, si elige el pecado, la responsabilidad es sólo suya. Libertad y responsabilidad del hombre. Moisés decía a su pueblo: "Ante ti están la muerte y la vida; tú escogerás". En medio de las dificultades, sabemos que Dios nos ayuda. Se dice que el gran filósofo y científico Blas Pascal recitaba diariamente el Salmo 118. Después de una larga noche de espera y vigilia orante en el templo, cuando aparece en el horizonte la aurora e inicia la liturgia, el fiel está seguro de que el Señor escuchará a quien ha pasado la noche orando, esperando y meditando en la Palabra divina. Confortado por esta certeza, ante la jornada que se abre ante él, ya no temerá los peligros. Sabe que no lo alcanzarán sus perseguidores, que lo asedian a traición, porque el Señor está junto a él.